12 05 2010

Rondaría el año 2005 cuando tuve mi primer contacto con esa palabra. No es que no la hubiera escuchado antes, más bien todo lo contrario, pues ya sabía su significado y me llamaba la atención. Siempre la relacioné con Santiago Rusiñol y el local Quatre Gats de Barcelona. Sabía que la bohemia nace en París, pero eso me daba igual.

Un día de noviembre me llegó que habían abierto una tetería en mi ciudad y que llevaba de nombre Bohemia. En ese momento dije: “Tengo que ir a ese lugar”. Y así empezó todo. Ese bar, esa palabra y todo lo que allí viví en los siguientes dos años marcaron parte de mi vida y aunque pueda sonar exagerado yo le he sentido así.

Hace más de un año que no he vuelto a entrar ahí. La verdad es que muchas veces me apetecería volver y revivir miles de momentos pero en realidad ya no los encontraría allí. Aquel sitio cambió, empezó a ser frecuentado por mucha más gente y podría decir que se convirtió hasta en un local de moda y desde entonces nunca más volví a entrar. Pese a todo, todavía me estremezco cuando oigo esa palabra y siempre significará algo especial para mí.


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